Ciudad del Carmen, Campeche: Auge, debacle y resistencia de la Isla del Tris

Ciudad del Carmen ha vivido profundos cambios históricos y económicos en 80 años, y que la han hecho única
lunes, 20 de septiembre de 2021 · 12:28

Ciudad del Carmen era a principios del siglo pasado el escenario perfecto de película de Hollywood acerca de esos paraísos afrodisíacos torneados por el sol y cuya vida era cadenciosa como el compás de las palmeras movidas por el viento. Los atardeceres plácidos, las personas en las orillas de la playa descansando, alegres, o echando las redes al mar; un digno panorama cristalino, cálido e incluso ingenuo.

Hoy en día no es raro encontrar isleños que recuerdan los años “antes de que llegaran tantos foráneos”, en los cuales los carmelitas se sentían felices y plenos. Todo era de ellos: la calma, el sol tragado por el mar al morir la tarde, la inagotable pesca y una vida humilde, pero alegre. Así se ven cuando expresan esos recuerdos. Así ven y su rostro cambia al saber que de ese Carmen nada queda.

En efecto, nada queda, porque Ciudad del Carmen es de esas ciudades que pasaron de la calma categórica del paraíso tropical al estruendo del progreso y la entrada del comercio, las inversiones y el arribo de gente de otras latitudes.

El llamado progreso

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Si bien este cambio no fue abrupto ni tampoco como un hachazo, sí fue lo suficientemente impactante para que en sólo 20 años, entre 1960 y 1980, la vorágine del desarrollo fuera tan veloz como para atropellar lo que encontrara enfrente y aún para esta época hay quienes no lo asimilan del todo.

Baste decirse que si para 1940 había en Ciudad del Carmen apenas 11 mil personas, con una tasa de crecimiento poblacional de menos del uno por ciento en 30 años, para 1980 ya residían casi 80 mil. Esto significa que en dos décadas la Isla creció 400 por ciento en términos demográficos.

Todo empezó con la producción camaronera, que en 1964 arrancó su expansión como una estampida hasta sumar en promedio 17 mil toneladas anuales y llegar en 1970 a liderar lo volúmenes del Golfo con el 90 por ciento de lo producido.

El clímax de la industria camaronera mandó a Ciudad del Carmen a las estrellas, al firmamento del ingreso. Luego, una vez madurada la política de cooperativas implementada en 1966, en 1975 la Sonda de Campeche logró la cantidad de más de 30 mil toneladas de camarón, para convertir a la Isla en la auténtica “Perla del Golfo”, con una entrada de divisas exorbitante para los niveles de la época.

La ciudad entraba a los años de oro del camarón y llegó a poseer la flota más grande México, que  incluso rivalizaba con la norteamericana. Así, entre 800 y 900 embarcaciones lucían radiantes y listas para zarpar quincena a quincena para traer las bodegas llenas del “oro blanco”.

Al amparo de esto se fundaron congeladoras y empacadoras por doquier, de tal forma que para 1980 se contaba con 22 unidades de producción, aparte de más de cinco astilleros. Era tanto lo capturado, que el teatro de la ciudad tuvo que servir de almacén.

Eran los tiempos del pleno empleo. Keynes hubiera quedado con la boca abierta. Mujeres e incluso niños tenían cabida en la cadena de producción; una cadena corta, pero sólida y millonaria con derramas que superaban los 352 millones de dólares.

Sin embargo, como canción de Vox Dei: “todo tiene un final”, y este llegó por dos vías: primero, con la entrada de un competidor de muy elevado rango, peso y altura: el petróleo; y segundo, cuando de manera por demás incomprensible, el Gobierno de México desprivatizó el esfuerzo de la pesca camaronera y lo socializó.

Cantarell

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Luego de esto, con el surgimiento del monstruo llamado “Cantarell” en 1977, y con la nueva política pesquera, a la época del “oro blanco” le pasó lo que al camarón: empezó a ser descabezada.

Entre 1977 y 1990 la debacle fue notoria: las capturas iban dando tumbos y las quiebras entraban en fase de pirueta para irse por la borda.

La crisis se reflejó cuando la industria petrolera abarcó más y más territorio y obtuvo más y más poder. El sesgó inició por el lado financiero y para el año 2000 no quedaban en pie más de 200 embarcaciones; en tanto que para 2020 sólo ocho estaban operativas.

De esas 32 mil toneladas de ensueño, hoy, con pérdidas y cojeando, los camaroneros obtienen cuatro mil, como mucho.

Un cambio riesgoso

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Luego, el sesgo pasó a ser medioambiental al causar las plataformas derrames de crudo que volvieron el área pesquera un basurero tóxico que ahuyentó especies y aniquilo a otras. Todo estaba escrito. La estafeta la tenía Pemex.

Precisamente con el arribo a pisada de gigante de Pemex, Ciudad del Carmen entró en otra fase de desarrollo y oportunidades jamás vista. El boom petrolero de 1980, con un barril de crudo que flotaba como un dios a más de 100 dólares el barril inundó la Isla y puso a los carmelitas en los cuernos de la luna, con un PIB per cápita que emulaba a las mejores capitales del mundo.

Entre 1977 y 1980 el complejo “Cantarell” se impuso como un tanque de guerra y superó la producción de enclaves como Veracruz, Tabasco y Tamaulipas.

De 500 mil barriles diarios brincó a los 800 mil en 1990 y a los 2.2 millones en 2003. Carmen aportó en sus máximos, el 80% de la producción petrolera nacional.

Ciudad del Carmen creció al parejo de este “milagro mexicano”. Podemos decir que “Cantarell” urbanizó Carmen y Carmen es el heredero de “Cantarell”, con todo sus éxitos, fracasos y debacle. La cifra más significativa es la poblacional; mientras que en 1980 la Isla estaba habitada por casi 80 mil personas, en el 2000 ya eran 121 mil y para 2020 se habla de 230 mil personas, el 20 por ciento trabajadores foráneos.

Existen cálculos de que las inversiones subieron de forma por demás impensable; de los modestos mil millones de dólares durante el lopezportillismo a más de 6 mil millones en el 2000.

Actualmente, con la industria petrolera infectada por la crisis y sumida en el agotamiento, Carmen alcanzó a recibir 3 mil 200 millones de dólares en 2014 y desde 2018 la apuesta se duplicó a más de ocho mil millones. Es decir, el petróleo mantiene su creación de dinero, pero a un costo cada vez mayor.

Ciudad líder

Pero antes de la debacle, que tuvo acto de presencia en 2004, cuando los pozos vomitaban cuatro millones de barriles diarios, y antes de transformarse en un problema financiero en 2015, Ciudad del Carmen alcanzó los niveles de ingresos más altos de México y dejó a la ciudad capital del estado segunda en todo.

Con crecimientos distintos, la ciudad de Campeche entre 1990 y el 2000 mantuvo una nómina anclada 75 por ciento en servicios gubernamentales, en tanto Carmen lo hacía en turismo, pesca y petróleo, con una baja nómina gubernamental y elevada en procesos industriales y de servicios.

Dada la estructura productiva entre ambas ciudades, el PIB per cápita (PPC) tuvo diferencias significativas en los años 90 de casi el doble con la capital del estado, y hasta el 2015 era formidable. Mientras el PPC de los carmelitas era de 89 mil dólares, el de los capitalinos rozaba los 63 mil.

Boomerang

Esto produjo en Carmen el efecto boomerang que alcanzamos a vivir: la aparición de cadenas hoteleras internacionales, consorcios bancarios, restaurantes prestigiosos, bares de franquicia, espectáculos de corte mundial, que en la “ciudad amurallada” apenas soñaban.

Pero también todo esto está en declive y el desempleo se agolpa, los sueldos se constriñen y el ingreso por la canasta básica se “aplana”. En esto Ciudad del Carmen comparte dolor con la ciudad de Campeche, pues entre las dos urbes no alcanzan los mil 900 pesos de Ingreso per Cápita (ingresos por familia). También la orfandad en la que el petróleo podría dejar a Carmen es preocupante, ya que el 80 por ciento de su población es pobre.

Crisis y resistencia

Sin embargo, existe un punto de inflexión que oxigena la esperanza: la misma infraestructura que ha dejado Pemex creó una red comercial y de servicios que ha hecho de la Isla un pequeño fortín comercial y de transacciones, con 19 puertos activos y una expectativa comercial de la que carecen los demás municipios de Campeche.

Podemos decir que los más de 100 hoteles que hay en la Isla y sus miles de establecimientos, su enfoque marítimo y ese orgullo por lo propio, evitarían que el colapso petrolero se trague el progreso que han vivido. El sol siempre sale para todos, y vaya que en Ciudad del Carmen el sol sale con ganas.

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JG