Reos festejan Año Nuevo en pésimas condiciones en Ciudad del Carmen

Afuera del penal no se respetó la Sana Distancia debido a las largas filas y la aglomeración desde temprana hora.
viernes, 1 de enero de 2021 · 13:08

Con una sentencia condenatoria de seis años, un trozo de pollo crudo y pan de sal, J.M.G.H recibió el Año Nuevo en el Cereso de San Francisco Kobén, quien asegura que ni en los festejos decembrinos las autoridades del penal les ofrecieron una cena digna a los más de mil internos que se encuentran recluidos.

Agregó que en ocasiones, él y sus compañeros prefieren quedarse con hambre antes que probar la comida que les dan, consecuencia por la que la mayoría de ellos padecen enfermedades gastrointestinales, aunado al riesgo de sufrir desnutrición.

“Pasar el 24 y 31 encerrado es doblemente triste, además de que estás separado de tus seres queridos soportas el ambiente del lugar; esto sería más amargo si no fuera por los familiares que comparten platillos tradicionales que preparan afuera, ahora sí que nos reunimos hasta con los que nos caen mal, te olvidas de todo por disfrutar porque aquí hasta el más valiente llora”.

De acuerdo con el último Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria realizado en el 2019 por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), indica que durante la inspección se descubrieron deficiencias en los alimentos que se ofrecen, aunado a los mínimos estándares de higiene de las instalaciones para alojar a las personas privadas de la libertad.

Esta situación desató un motín el miércoles 7 de octubre del 2020 contra la entonces directora María del Carmen Baeza Ramírez, de quien exigían el cese inmediato por la comida podrida que les servían. Los presos como J.M.G.H detallan que a casi tres meses de esa revuelta continúa el mismo menú, toda vez que se llegó a un acuerdo con la nueva representante del penal, Claudia Rosado Góngora, quien aprobó un protocolo alimentario, el cual según sería de calidad.

“Por la mañana comemos un pedazo de pan y café con agua sucia del grifo, lo sé porque los mismos compañeros de celda son los que nos cuentan cómo se prepara; durante el almuerzo nos sirven raciones de carne podrida, ya en la noche otro café y pan, esto es degradante”.

En Nochebuena y Año Nuevo, una vez que amigos y familiares se despiden, se organiza un convivio en las 11 galeras que hay para amenizar la noche, seis son para procesados y cinco para sentenciados.

“Ayer nos cooperamos para comprar un borrego, el cual nos traen de afuera ya preparado, también hay brindis y hasta baile; pero eso sí, la bebida es de contrabando, son artesanales y se preparan aquí, por desgracia algunos terminan en el vicio con esos tragos”. Agregó que por ello, a la entrada del penal prohíben cereales y frutas como la manzana, uva, durazno, fresas, entre otras, porque se convierte en tepache y aguardiente, brebajes que se comercian entre la población del penal, con un costo de entre 50 y 300 pesos el litro.

“Por ejemplo, los fermentados se hacen con arroz, agua, azúcar y frutas para darle sabor, ahí lo dejas unos días para que repose, éste se vende en presentaciones de 600 mililitros a 50 pesos. Para el destilado es más complicado y caro porque utilizas un tubo de cobre, olla de presión y el proceso es más tardado”, describió.

Señalo que éste último es muy dañino porque los reclusos terminan en condiciones severas de salud al consumir un embriagante que expone su vida. Citó que no solo en esos días es complicado sobrevivir a la melancolía, sino todo el proceso que se llevan, donde pocos soportan mantenerse con calma hasta el final.

En su visita, la CNDH recomendó al Cereso prestar atención a la insuficiencia de programas para la prevención y atención de incidentes violentos; presencia de actividades ilícitas; deficiencia en la atención a personas internas en condiciones de aislamiento, así como a la insuficiencia e inexistencia de actividades laborales y de capacitación para la reinserción de cada uno de ellos.

Pandemia complicó visitas

Para las familias que visitan a sus seres queridos privados de la libertad, la pandemia modifico las formas de relacionarse con ellos, claro ejemplo son los padres y madres mayores de 60 años quienes han dejado de ver a sus hijos presos, al ser considerados un grupo de riesgo; además de ello, también enfrentan controles sanitarios más estrictos para el ingreso, pero son cuidados epidemiológicos que solo existen al exterior, pues dentro de la cárcel los espacios reducidos hacen imposible la sana distancia, y para los internos no existen los cubrebocas.

Acudir hasta Kobén requiere de todo un procedimiento al cual algunos se han habituado con el paso de los años, como María, quien se prepara desde temprana hora para hacer el viaje en transporte público desde Samulá hasta la penitenciaría. Dedicada a lavar y planchar ropa ajena, María debe dedicar todo un día libre para estar con su hijo durante las visitas, a las cuales se ha habituado desde hace cinco años, reconoce que este 2020 es más complicado compartir los festejos de Navidad y Año Nuevo.

“Ya tiene cinco años que vengo, ya sé cuáles son los pasos a seguir, pero sí ha sido más complicado con la pandemia, ahora te regresan más algunos alimentos, te formas y te bañan de un líquido que no te dicen qué es, te lavas las manos, allá te meten y te revisan, pero ya adentro no hay mucho espacio y siguen todos juntos”, relató. Su esposo, de oficio albañil, no ha podido ver a su hijo en todo el año, ya que es mayor de 60 años, “ya no pasa por la pandemia, antes sí convivía con él cada que eran las visitas, pero ya no lo ha visto, mi hijo platica mucho de cómo es acá afuera, antes venían también sus hermanos, pero tampoco, sí se ha hecho más complicado por el COVID”.

Con 8 años restantes de sentencia, el principal consejo que da María a su hijo es no meterse en problemas para que logre salir antes, “con el motín le dije que no se meta en problemas, pueden darle más años, tiene 26 años y le pueden dar más años, ni modo, afuera no obedecía y ahora está ahí guardado, creo que ya se acostumbró”, ironiza la madre.

“Ya quiero ver a mi padre” Cecilia acudió con sus dos hijos menores de edad para ver a su esposo, uno de ellos con notable cansancio por la aglomeración expresa sus ansias por estar con su papá algunas horas, llevan pavo al durazno y otros platillos especiales que los custodios dejan pasar solo en esta fecha. La alimentación en su principal preocupación, pues revela que persisten las quejas por la comida cruda y las porciones escasas.

“Poco ha cambiado con el cambio de directora, antes los internos tenían más acceso a los alimentos que traemos las familias, pero ahorita restringen mucho, si no les dan buena comida ahí dentro cuando menos que dejen pasar”. “Te revisan y si dicen esto no pasa otra vez de vuelta hasta afuera, vuelves a salir y otra vez hasta el final de la fi la, pero a algunos sí les dejan pasar lo mismo que a otros les prohíben, principalmente frutas es lo que está prohibido”.

“Mi esposo lleva cuatro años, este año veo más gente pese a la pandemia, nosotros venimos nada más un ratito, todavía tengo que llegar a cocinar y está complicado venir hasta acá, en taxi cobran 80 pesos, sí se pasan”, expresó. “La verdad no están en buenas condiciones los reos, en nada, si hubiera buena alimentación que restrinjan lo que traemos las familias, pero sí está todo mal por dentro, el mal servicio de los médicos, si quieren atienden, si no quieren, no”. Aunque teme lo que pueda pasar durante un motín, señala que las molestias continúan y pueden agudizarse en 2021.