Ostioneros de Ciudad del Carmen están desamparados

Los 18 socios de la Cooperativa de Producción Ostionera “Los Tamarindos” se encuentran en total desamparo debido a que ninguna autoridad los voltea a ver para brindarles los apoyos necesarios para la adquisición de una lancha y un motor fuera de borda, así como mejorar las instalaciones que ocupan para el proceso de los moluscos, expresó José del Carmen Ortiz Pérez, presidente de mencionada agrupación.

Indicó que esta agrupación ha sido blanco de la delincuencia, ya que hace tres días le robaron la computadora del motor fuera de borda que tiene para ir a la cosecha de los ostiones, aparato que tiene un costo de 25 mil pesos, y para no dejar de laborar tuvieron que comprar uno de medio uso, con un dinero que pidieron en calidad de préstamo.

“Esta agrupación cada día va en picada porque no tenemos los apoyos de las autoridades, el Secretario de Pesca del Gobierno de Estado (Sepesca) Raúl Uribe Haydar, no nos responde las llamadas, necesitamos de una lancha y un motor fuera de borda, no de forma regalada, sino que nos den las facilidades para pagarlas”, añadió.

Señaló que además solicitan que las autoridades les apoyen con la apertura de más mercados comerciales, como lo prometió la administración estatal anterior, ya que en la actualidad sólo venden dos bolsas de ostiones al día en la Isla, más 25 que exportan a Mérida, Yucatán y 50 a Cancún, Quintana Roo una vez a la semana. Sin embargo, el porcentaje de venta sigue siendo bajo en comparación con hace dos años, cuando se vendían entre 30 bolsas diarias en esta ciudad, y se exportaba otra cantidad a las entidades mencionadas.

Competencia desleal

Por otra parte, manifestó que aunado al abandono en que se encuentran, les afecta también la competencia desleal de ostioneros procedentes de Bellote, Paraíso, Tabasco, pues estos llegan los fines de semana para comercializar la bolsa de ostiones a un precio más bajo y sin la certificación de la Secretaría de Salud, por lo que pueden ocasionar infecciones estomacales a las personas.

Por Fernando Kantún