Exrefugiados guatemaltecos cumplen 40 años desde su llegada a Campeche

A raíz de la guerra civil en su país, cientos de guatemaltecos solicitaron asilo político en México y se establecieron en los estados de Campeche, Quintana Roo y Chiapas.
lunes, 23 de noviembre de 2020 · 10:30

Radicados en el territorio estatal desde hace 40 años, los adultos viven en su memoria la causa del éxodo que los obligó a dejar su país, no así los jóvenes que ahora disfrutan de servicios proporcionados por el Gobierno Mexicano y de organismos internacionales, e incluso muchos emigran a emplearse en el vecino estado de Quintana Roo y otros se dedican a explotar la tierra para su autoconsumo.

Eulalia Francisco Diego es una de las sobrevivientes de los más de 46 mil refugiados guatemaltecos que fueron recibidos en la parte sur del estado de Chiapas, ante la intervención del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) en nuestro país, en un acto de humanidad el entonces presidente de la Republica Mexicana, José López Portillo ordenó abrir las fronteras para recibir el éxodo masivo de hombres, mujeres y niños que huían de las masacres que sin piedad realizaba la guerrilla y el ejército guatemalteco. 

Por decreto de López Portillo, el 22 de julio de 1980 se creó la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), un órgano desconcentrado de la Secretaría de Gobernación, que consolidó el asilo político para los refugiados.

Perseguidos por la guerrilla y el ejército guatemalteco

Hace 40 años inicio el éxodo masivo de miles de familias guatemaltecas que lo dejaron todo en su país, víctimas de las masacres que realizaban los grupos guerrilleros, quienes sin piedad ejecutaron a niños, mujeres y hombres; que se negaban a formar parte de las filas de una lucha de la cual no quieran ser parte; en esa encrucijada también eran víctimas del propio ejército guatemalteco que de igual forma exterminaba sin piedad la vida de centenares de inocentes.

Inicialmente los refugiados guatemaltecos fueron concentrados en una localidad conocida como Puerto Rico, del Estado de Chiapas, entre 1980 y 1981, recuerda Eulalia quien acababa de cumplir ocho años de edad, que decenas de miles de familias de emigrantes fueron distribuidos en el Estado de Quintana Roo, Campeche y en Chiapas muchos decidieron quedarse para estar cerca de Guatemala, la tierra que les fue arrebatada.

Fue en 1982 que Eulalia llega con su familia al campamento de Santo Domingo Kesté, en donde arribaron más de cinco mil refugiados: entre hombres, mujeres y niños, en las instalaciones que hoy ocupa el Colegio de Postgraduados (Colpos), que se encuentra a ocho kilómetros de la Junta Municipal de Sihochac, en donde estuvieron concentrados hasta que años después fueron distribuidos en cinco localidades, Santo Domingo Kesté, Quetzalcóatl y Mayatecum Módulo 1, Módulo 2 y Módulo 3.

Cambio de nombres

Aunque se encontraban a salvo a miles de kilómetros de su país Guatemala, ante la amenaza del grupo guerrillero compuesto por kaibiles como los identifican los ex refugiados, autoridades mexicanas, para dar protección, decidieron dar una nueva identidad a los migrantes centroamericanos para que se establecieran y gozaran además del beneficio de ser acogidos por su nueva patria, México, a la postre recibieron su carta de naturalización como mexicanos, revelaron los entrevistados.

En lugar de recibir nombres y apellidos, grupos de inteligencia del Gobierno Mexicano cambiaron sus identidades y les dieron otra compuesta sólo por tres nombres, por lo que no llevan apellidos, logrando su propósito de salvar su integridad y librarlos de las amenazas de la guerrilla en el municipio de Candelaria, ubicado en la frontera que comparte Campeche con Guatemala en cuyo lado se asentaban grupos subversivos.

Filtros de control

Por varios años, la Comar instaló filtros que regulaban la salida y entrada de refugiados guatemaltecos, esto por la amenaza que existía por parte de la guerrilla guatemalteca de exterminar a miles de familias que habían buscado asilo político en comunidades de Chiapas, Campeche y Quintana Roo.

El testimonio de los ex refugiados señala que si estas acciones no se hubieran implementado, estos paramilitares habrían cumplido con su propósito de liquidarlos, por lo que están agradecidos con el Gobierno Federal, por resguardar su seguridad y la de sus familias.

Sobre estos hechos, Eulalia precisó “México es nuestra patria, aquí hemos encontrado la paz y la armonía, vivimos en paz, estamos agradecidos con cada uno de los presidentes que han gobernado este valioso país, en donde tenemos todo lo que pudimos haber deseado, además del respaldo en servicios médicos, así como oportunidades de programas federales, no hay palabras que puedan expresar nuestra gratitud con el pueblo de México, pueblo hermano, y la patria que tanto buscábamos tras haberlo perdido todo en el éxodo del cual fuimos víctimas”.

Eulalia se instaló su familia en Santo Domingo Kesté, luego ante la oportunidad de tener tierras propias y terreno para construir su casa, sus papás, quienes ya fallecieron, se instalaron en los módulos de Mayatecum 1, 2 y 3, con el paso de los años, solo quedarían dos módulos, el 1 y 2, debido que muchas de las familias que vivían en el módulo 3 emprendieron el éxodo de regreso a Guatemala y muchos más se establecieron en los Estados Unidos de América y en Canadá.

Tras haberse instalado en 1983, los ex refugiados guatemaltecos en las comunidades: Santo Domingo Kesté, Quetzalcóatl y Mayatecum módulo 1 y 2, cuentan con todos los servicios médicos e Internet, por lo que están en las gestiones de que sea instalada una antena para que cuenten con la cobertura de telefonía móvil en el caso de los módulos de Mayatecum 1 y 2.

Además, cuentan con escuelas de nivel preescolar, primarias, secundaria, y servicio de transporte gratuito para los estudiantes que cursan su bachillerato en la Junta Municipal de Felipe Carrillo Puerto, que se encuentra a menos de 14 kilómetros de la localidad.

Por el apoyo que han recibido, las comunidades de refugiados guatemaltecos cuentan con todos los servicios, calles pavimentadas, agua potable, servicios de energía eléctrica y televisión de paga.

Disponen de consejos de vigilancia que cuidan a la comunidad, no hay policías; pobladores aseguran que viven en tranquilidad, con índice bajo de hechos delictivos, y quienes no respetan las leyes son entregados a las autoridades.

Por José Valencia