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Escrito por Luis Manuel Pech Sánchez
En el Día del Niño, mientras que para unos infantes fue de festejo en Tizimín, irónicamente para otros que trabajan comercializando productos fue de esperanza para obtener dinero a sabiendas de que mucha gente estaría en las calles para conseguir algún presente para los reyes del hogar.
Varios chiquillos como C. R. C. M. 'El Huero' dejaron los juguetes y los juegos a un lado para dar el ejemplo de que pueden colaborar con el fruto de su trabajo y así obtener el pan de cada día que a duras penas logra conseguir su familia, debido a las carencias económicas que padecen.
Por lo que aprovecharon esta celebración para ejercer alguna labor como vender ciruelas, ya que les permite colaborar con el sustento de su casa.
Los pequeños como M.C.N y W.K.C, quienes comercializan cacahuates y frutas de temporada, expusieron que deben salir a ofertar esta mercancía porque el dinero que ganan sus padres no alcanza para costear sus estudios, ni los alimentos básicos y a duras penas logran obtener ganancias necesarias para cubrir las tres comidas del día en su hogar, por lo que este Día del Niño su mejor regalo sería que les compren sus productos y que regresen sin alguno a casa y con el efectivo que tanto necesitan.
El infante H.P.C.M. compartió que es consciente que sus padres no tienen la posibilidad de comprarle algún juguete o de aspirar a que le obsequien algunas golosinas en este día tan especial.
Externó que para él lo más importante y lo que celebra todos los días es que su familia esté bien y por eso que trabaja para obtener los alimentos necesarios y no se vayan a la hamaca con el estómago vacío.
Esta es la triste realidad por la que estos pequeños tuvieron que trabajar en este día especial, cambiando el disfrute de su niñez y asumiendo el valor de salir a las calles a ganarse la vida, conscientes de que sus allegados necesitan que los ayuden para lidiar contra el monstruo de la pobreza que los devora.
Las edades de estos niños redundan entre los siete y los 14 años, se caracterizan por caminar portando chanclas, pantaloncitos y playeras desgastadas, recorriendo largas distancias, ya que la mayoría habita en colonias de la periferia de la ciudad, donde parten y caminan hasta llegar al centro, pues ahí se ubican las grandes concentraciones de gente que son su esperanza para que puedan comprales sus productos.
Los chiquillos que trabajan van en aumento y su presencia es notable en los espacios públicos de la ciudad, sobre todo en calles del centro y de sus alrededores, y a las afueras de centros comerciales.
Así es como la crisis económica se recrudece en los entornos de familias de escasos recursos que tienen que enviar a sus hijos a comercializar productos, incluso en días festivos dedicados a ellos, para completar el sustento necesario y así obtener la comida del día.
Se indicó que desde muy pequeños adquieren la responsabilidad de salir a las calles para ofertar pepitas, cacahuates, naranjas dulces, ciruelas y antojitos, entre otros productos.
Incluso padecen las inclemencias del clima vendiendo bajo los ardientes rayos del Sol y cuando cae la lluvia, además de que salen de sus casas desde temprana hora, algunos retornan hasta ya muy noche a sus viviendas.
Los habitantes Bertha Mukul, Genoveva Martin, Jacinto Pech señalaron que no es posible que incluso a altas horas de la noche se les observe deambulando por las calles y ofreciendo sus productos.
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