* Leonel Escalante Aguilar
La Ciudad del Gavilán Blanco festeja 476 años de haber sido fundada por Don Francisco de Montejo “El Sobrino”.
La historia, marcada con sudor y sangre en los diversos episodios que se escribieron, reflejan la valentía y pundonor de todos quienes participaron en ella a lo largo de esos años. Episodios que engrandecen y acrecientan más aun el orgullo de saberse hijos de esta noble tierra.
Fue en el Siglo XVI cuando Francisco de Montejo “El Sobrino” recibió de su tío “El Adelantado” un documento fechado el 13 de marzo de 1542, en el cual se le ordenaba emprender la campaña de conquista y pacificación de los pueblos naturales del Oriente, donde los Cupules eran los principales dueños.
El cacicazgo de los Cupules era territorialmente el más extenso y entre sus poblados de mayor importancia estaba Zací y Tizimín. La ciudad real de Chichén Itzá fue un día su capital y todavía en 1542 acudían a venerarla con solemne religiosidad.
La orden fue fundar una villa que sirviera de fortaleza y baluarte, de la cual él, Francisco de Montejo “El Sobrino”, tendría el cargo de gobernador y capitán general.
Después de recorrer por días enteros parte del oriente, “El Sobrino” estableció su campamento en un extenso terreno alrededor de una laguna a la que los naturales llamaban Chouac-Há, (agua larga) y que a los españoles les pareció el lugar idóneo para establecerse. Este sitio sería la base de operaciones para someter a los Cupules y dominar su capital, Zacihual que significa “Gavilán blanco”. Al Adelantado convenía que se estableciesen en ese lugar por ser un punto estratégico cercano a la costa. Acabar con la rebeldía de los Cupules era lo más importante para los españoles, pues con ella se lograría la sumisión de un gran número de pueblos que reconocían la autoridad de su batalla.
Vencida Zací y su amplia zona de influencia, el 28 de mayo de 1543 Montejo “El Sobrino” fundó en Chouac-há la villa a la que llamó Valladolid, como homenaje a la ciudad castellana del mismo nombre (esta fecha aunque es inexacta y ha causado controversia entre historiadores se toma de Diego López de Cogolludo, quien la refiere en su “Historia de Yucatán). De inmediato procedió a la designación de las primeras autoridades. El escribano Juan López de Mena levantó el acta correspondiente recayendo, los nombramientos de los primeros funcionarios de la nueva población en Bernardino de Villagómez y Francisco de Cieza como alcaldes y en Luis Díaz, Alonso de Arévalo, Francisco Lugones, Pedro Díaz de Monjibar, Juan de la Torre, Blas González, Alonso de Villanueva y Gonzalo Guerrero, como regidores quienes juraron lealtad a las funciones conferidas.
Al establecerse una nueva villa, el procedimiento usual era el reparto de tierras a título de encomienda, a fin de que los encomenderos recibieran los frutos de sus tierras y del trabajo de los indios. En Valladolid, 45 españoles recibieron esta recompensa. Se dispuso el trazo de la nueva población, tomando como base la ciudad española del mismo nombre.
Un intento de rebeldía por parte de los Cupules fue sofocado a sangre y fuego por el capitán Francisco de Cieza, enviado por Montejo a Zací. “El Sobrino” decidió extender su dominio hasta la isla de Cozumel y mandó al soldado Pedro Durán para que obtuviera, del cacique isleño, canoas y remos para toda su tropa. Durán regresa con éxito; entonces Montejo y sus hombres intentaron cruzar, pero varias canoas zozobraron y perecieron numerosos españoles e indios. Esto indignó a los indígenas y decidieron que era el momento para sacudirse del yugo de los españoles.
La noticia llegó a Montejo, quien partió de inmediato de la costa y cayó sobre los Cupules. La rebelión quedó aplastada.
Terminada la guerra, los encomenderos decidieron que el sitio donde estaba establecida la villa, era inadecuado para el crecimiento de una población: el clima húmedo, las plagas de insectos y la insalubridad causaron epidemias y muerte entre los pobladores. Por tanto, era necesario trasladar el sitio de Valladolid a otro lugar y para ello se habían fijado en Zací. Así lo hicieron saber al adelantado, pero no obtuvieron respuesta favorable.
El 17 de marzo de 1545 los pobladores mandaron una nueva solicitud a los conquistadores, pero esta vez con la amenaza de quejarse ante el rey de España en caso de no ser atendidos. Montejo “El Adelantado”, cedió y el 24 de marzo de 1545 deciden levantar el asiento de Valladolid y trasladarlo al pueblo de Zaci.
Ya establecidos…“Francisco de Montejo discurre el trazo de la ciudad. Las calles tendrían toda la amplitud concebible entonces, es decir, cuarenta pies por cuadra. Él mismo fue quien orientó el trazo de las calles, de norte a sur y de oriente a poniente. Todo se comenzó a hacer desde el principio como en Chouac-há, y tal como si lo hecho en el anterior asiento no valiera nada…”
En este sencillo “capítulo” de la historia de Zací, se percibe la grandeza del nacimiento de lo que hoy es una legendaria y hermosa tierra orgullo, no sólo de los vallisoletanos sino de Yucatán entero.
Hoy, a 476 años de distancia, Valladolid es una ciudad que mira hacia adelante, sin olvidar el ayer que es cimiento y base de lo que ahora es. Las nuevas generaciones claman y exigen un Valladolid más sano y justo para todos, en donde cada uno de sus jóvenes sienta correr en las venas, el orgullo y la pasión de ser vallisoletano.
El altivo gavilán de emblemático abolengo, surca hoy el cielo y a todos nos anuncia, que en los
476 años de conjuros y de gloria, de presagios y de historia, la ciudad luce galana y orgullosa.
Ojalá las nuevas generaciones, con su trabajo digno y constante, la sigan ennobleciendo y los pobladores, hombres y mujeres trabajadores, empresarios prominentes, niños, jóvenes y sobre todo autoridades y funcionarios, trabajen con pasión y sin descanso para escribir ese nuevo capítulo que a todos corresponde, en ese invaluable y hermoso libro que se llama: ¡Valladolid!
Cronista de la Ciudad *