Tuuskeep Kasperchack
Semiología de la imagen
La decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador de entregar los subsidios gubernamentales de manera directa a los beneficiarios ha generado una fuerte oposición de quienes se sienten afectados por la medida, si bien su resistencia no ha sido tan agresiva ni violenta como la de los huachicoleros.
AMLO dispuso que se levantaran censos de a de veras, es decir, basados en personas reales, a fin de que los programas sociales lleguen a quienes en verdad los necesitan: personas con discapacidad, senescentes, estudiantes, campesinos, jubilados, etc.
Esta batalla por padrones más confiables debe alcanzar a todas aquellas instancias que reciben dinero público, pues se ha evidenciado que es otro agujero negro por el que se esfuman miles de millones de pesos cada año.
En Yucatán tenemos antecedentes históricos modélicos, como aquel célebre padrón henequenero, en el que los comisarios —y los inspectores del Banrural y del Fideicomiso Henequero— hacían figurar a miles de muertos, que no sólo “cobraban” su subsidio cada semana o quincena sino que incluso “votaban” en las elecciones. Todo un portento taumatúrgico.
Por su parte, las organizaciones de campesinos, obreros y profesores acostumbran negociar con el gobierno con base en sus “miles” de afiliados en todo el país y no sabemos si continuarán con el mismo modus operandi o también les llegará la hora de transparentar sus padrones. La duda es porque varias de esas organizaciones apoyaron a López Obrador en la pasada contienda electoral, como son los casos de la CNTE y Antorcha Campesina, por ejemplo.
A nivel estatal, el gobierno de Mauricio Vila Dosal ha dado los primeros pasos en el mismo sentido, al anunciar que a partir del 16 de febrero entregará el subsidio a los camioneros con base en el número de usuarios que atiendan mensualmente, y no por el número de unidades que tengan en circulación.
Asimismo se ha comprometido a depurar el padrón de pescadores de escama, que en 2005 sumaban 3,500 presuntos hombres de mar, en tanto que en 2019 alcanza la cifra de casi 12,000, es decir, que su crecimiento ha sido del 291 %.
En este caso los beneficiarios tendrán que presentarse personalmente, proporcionar una serie de datos y, lo más importante, se les tomará una foto para evitar que se infiltre uno que otro fantasma. En consecuencia, lo más probable es que este padrón se reduzca porque, como en el caso de las guarderías, la tendencia dominante es a alterar el número real de beneficiarios, casi siempre al alza.
Los opositores a AMLO, sobre todo los de derecha, lo acusan de exacerbar el clientelismo político con esta forma de reorientar el gasto pero él está convencido de que de esta manera habrá más ahorro, se acabarán los desvíos y, sobre todo, se descartará a los intermediarios que, al fin de cuentas, son los que se apropiaban indebidamente de los recursos sobrantes, en perjuicio del erario.
Ya habrá oportunidad de evaluar los resultados de esta modalidad en el corto y mediano plazo.