Pilar Faller Menéndez
“La medicina es de todas las Artes la más noble;
pero, debido a la ignorancia de quienes la practican,
y de aquellos que, inconsideradamente, forman un juicio sobre ella,
en la actualidad está detrás de todas las artes.”
Hipócrates*
Todavía hay muchas personas que carecen de Seguro Social, y el Seguro Popular resulta insuficiente. Ambas prestaciones, aunque han sido paliativos para miles de mexicanos en cuestiones de salud, no han podido cumplir las demandas que se requieren en cuestión de medicamentos más modernos, que puedan aliviar los males de los asegurados.
Pagar una consulta médica particular es un lujo que muy pocos pueden darse y deben atenerse a lo que puede ofrecerles este tipo de asistencia antes mencionada, a pesar de que este sexenio pondrá énfasis en tratar este problema, y del programa “Médico a domicilio” que el gobierno del Estado ha instituido.
La voluntad existe, la necesidad rebasa, y es cuando surge la pregunta obligada: ¿qué están haciendo los médicos que practican medicina particular? Somos un país con muchas carencias, mismas que se han extendido a una clase económica que ni es pobre ni es media, que apenas tiene lo justo para cumplir con necesidades básicas, pero que su sueldo no les permite tener un ahorro para imprevistos.
Las consultas médicas que ofrecen ciertas farmacias, no son para solucionar enfermedades crónicas o para recetar medicamentos controlados, que curiosamente resultan los más necesarios, y los más costosos. Pareciera que la investigación sobre la cura de males está coludida con los laboratorios médicos para poder seguir en el mercado farmacéutico.
Porque si bien es cierto que hemos avanzado con los medicamentos genéricos, éstos no pueden salir a la venta hasta que la vigencia de la patente del medicamento cumpla los diez años, lapso en el cual han salido medicamentos más modernos que pueden combatir las enfermedades más eficientemente.
Hay padecimientos más graves que requieren de cirugías cuyo trámite muchas veces toma demasiado tiempo, y cuando se da lugar a ésta, es demasiado tarde, o pudo haberse combatido por medio de la terapia farmacéutica, pero una vez más, fuera del alcance de muchos mexicanos, que muchas veces tienen que cuestionarse en qué invertirán su dinero: en comida o en medicamentos.
Muchas organizaciones médicas sin fines de lucro llegan a nuestro país, con el fin de poder ayudar a quienes más lo necesitan. Porque muchas veces hay casos que no se tratan propiamente de una enfermedad, sino de una deformación física de nacimiento, como es el caso del labio leporino, que seguramente afecta psicológicamente a las personas que lo padecen, pero no es considerada una enfermedad, sino una deformación que requiere de un remedio estético, para lo cual existen en nuestra comunidad muchos médicos que han optado por esa especialidad que además de ser muy lucrativa, atiende a las necesidades que tienen las personas con más recursos, de alimentar su vanidad haciendo hasta lo imposible por lograr un rostro o un cuerpo que consideran perfecto, o bien para detener el tiempo que ha formado arrugas en sus caras, lo cual no es criticable, ya que cada quien decide en qué invertir su dinero, pero quienes realizan este tipo de procedimientos deberían dedicarse a compartir parte de su práctica en procedimientos benéficos con el fin de sumarse a solucionar este problema de salud del que México adolece.
Se ha citado la especialidad de cirugía plástica por poner un ejemplo, porque hay demasiadas especialidades que son de suma urgencia para quienes no tienen los recursos y los médicos solidarios son pocos, y no se dan abasto para cumplir con las necesidades de tanta gente, que viaja a la capital del Estado con la esperanza de encontrar una cura para el mal que padecen.
Los médicos que han logrado un estatus económico holgado son quienes de manera voluntaria y espontánea deberían de armar brigadas para unirse y visitar el interior del estado, porque las enfermedades como bien sabemos, no distinguen clase social, pero a la hora de ser curadas, es cuando el panorama se torna diferente y se cura el que más tiene.
Si nos tomamos la molestia de ver el estilo de vida de muchos médicos, y visitar sus consultorios, podríamos distinguir cuáles de ellos están copados de gente humilde y que de una manera callada, sin hacer alarde de ejercer su juramento hipocrático, atienden gratuitamente, y algunas veces, hasta medicamentos proporcionan a aquellas personas necesitadas, que muchas veces agradecidas les pagan en especie como una muestra de agradecimiento de haberlos atendido.
Si bien es cierto que un médico para obtener su título debe ejercer una residencia que muchas veces es en algún pueblo lejano, probablemente más que para adquirir práctica, ésta sea requerida para adquirir conciencia. Son muchos los sacrificios los que pasan para llegar a obtener su título, cuestión que nadie demerita, pero considero que no sería mucho pedir dedicar un número de consultas gratuitas además de las que les brindan a sus parientes o personas cercanas a los que carecen de medios para pagarlas.
La sociedad civil ha vivido con la idea de que los problemas sociales son de la competencia del gobierno, y aunque éste se toma la responsabilidad, muchas veces no se da abasto para llenar esas necesidades que deberían ser responsabilidad conjunta, no impuesta de colaborar para la mejora de la salud de los mexicanos.
Los médicos que se jacten de dedicar parte de su tiempo en el Seguro Social, deberían también de comunicar los privilegios que se reciben al lograr obtener una plaza en esa institución, porque no son pocas, y lo que reciben es con el fin de dedicarse con igual diligencia a los derechohabientes, como lo hacen con sus pacientes particulares.
Valga un agradecimiento para aquellos galenos que ejercen su profesión con una visión que más allá de lucrar, que comprenden que hay más necesidad de la que se puede atender con los medios asistenciales con los que contamos, que han elegido por vocación la de sanar el dolor de quienes sufren, a esos médicos debería de hacerse un reconocimiento público, ya que cada vez son menos y la necesidad cada vez más.
* Las frases de Hipócrates de Cos hablan de salud y nutrición, las dos mayores preocupaciones de este sabio griego considerado el padre de la Medicina.
Hipócrates revolucionó la medicina en la Antigua Grecia, reuniendo todo el conocimiento médico antiguo al tiempo que aportaba nuevas prácticas médicas.
Fue el quién nos dejó el célebre juramento hipocrático, que hoy día sigue vigente (con algunas modificaciones).