Dra. en Arq. Yolanda Fernández Martínez
De la planificación urbana al diseño de calles completas
II
La ciudad de Mérida cada día se enfrenta a problemáticas urbanas que se entrelazan con un tema que no ha sido atendido como prioritario y que, desafortunadamente, precisamente de ello depende la eficiencia y calidad urbana que la ciudad podría ofrecernos para el largo plazo. Por tanto, la planeación urbana y las autorizaciones de los usos del suelo, deberían estar alineadas a una política de movilidad urbana, en donde el transporte público y el diseño de calles completas con ciclopistas, se vuelvan los ejes para que la seguridad, sostenibilidad, equidad y eficiencia se manifiesten en acciones concretas para los peatones y ciclistas. En la reflexión pasada se abordaron los temas de la velocidad y de los usuarios vulnerables del periférico, como los motociclistas y ciclistas, conforme a lo que se establece en el Reglamento de la Ley de Tránsito y Vialidad del Estado de Yucatán. En esta segunda parte hablaremos sobre el papel que juegan los peatones y ciclistas en las estrategias gubernamentales para la movilidad urbana sostenible. Para ello es importante destacar que el Municipio de Mérida cuenta con un Plan Maestro de Movilidad Urbana Sustentable desde el año 2016 y éste sería el primer paso para conformar una agenda pública que logre concretar las acciones previstas en tal plan.
El tema de la movilidad a nivel internacional representa una prioridad en las decisiones de largo plazo que toman los gobiernos, toda vez que de ellas depende la eficiencia urbana y la calidad de vida de sus habitantes. Como ejemplo tenemos el caso del Plan de Movilidad Urbana de Barcelona (PMU 2013-2018) el cual tiene 4 ejes estratégicos: movilidad segura, movilidad sostenible, movilidad equitativa y movilidad eficiente. Con respecto a la movilidad segura se proponen reducir los accidentes en la vía pública. A la movilidad sostenible corresponde reducir las emisiones contaminantes tanto de aire como de ruido, así como a procurar que el transporte migre al consumo de energías renovables y limpias. Por su parte la movilidad equitativa se refiere al fomento de usos alternativos de la vía pública, así como a garantizar la accesibilidad al sistema de movilidad. Finalmente, la movilidad eficiente precisa sobre la necesidad de incrementar la eficiencia de los sistemas de transporte, así como a incorporar las nuevas tecnologías en la gestión de la movilidad.
Este caso de Barcelona es uno de tantos ejemplos que podemos encontrar sobre cómo los gobiernos están poniendo atención en las consecuencias que implicaría dejar que las problemáticas urbanas se sigan atendiendo al margen de una política de movilidad con visión de largo plazo. Por tanto, para Mérida y su zona metropolitana resulta urgente poner atención sobre el papel que juegan los peatones y ciclistas en la agenda gubernamental, toda vez que las principales vialidades de la ciudad carecen de condiciones urbanísticas de desplazamiento que les den seguridad y certeza a los grupos vulnerables de la población.
De igual manera, la cuestión del transporte público debe de incorporarse desde tres perspectivas, primero en cada una de las estrategias de la movilidad. Debido a que se necesita de un sistema de movilidad en donde el transporte público sea una opción que ofrezca diferentes alternativas para desplazarse, desde los trenes rápidos de largos recorridos hasta los microbuses para destinos estratégicos y en zonas patrimoniales, y que de igual manera se integren a un sistema de ciclopistas con paraderos diseñados con estacionamientos de bicicletas y que puedan ofrecer las alternativas de incluir la renta de una bicicleta al costo del transporte público, o en su caso, poder transportar la bicicleta propia en el camión.
Asimismo, el transporte público debería verse como un gran sistema de movilidad articulado al sistema urbano. Es decir, la traza de las calles debería estar en función de las estrategias de la movilidad a largo plazo, y no en función de las formas caprichosas que la propiedad privada impone como parte de un modelo de negocio inmobiliario, tal y como está sucediendo en la periferia de Mérida, en dónde prácticamente es imposible tener una trama urbana reticular que garantice la eficiencia en la movilidad, y como consecuencia somos testigos de los conflictos viales que se generan en las entradas y salidas del periférico. Y como tercer aspecto, la discusión sobre el transporte público en cualquiera de sus modalidades debería versar también sobre el manejo de energías limpias y renovables.
En virtud de lo anterior, tenemos que la ciudad de Mérida cada día se enfrenta a problemáticas urbanas que se entrelazan con un tema que no ha sido atendido como prioritario y que, desafortunadamente, precisamente de ello depende la eficiencia y calidad urbana que la ciudad podría ofrecernos para el largo plazo. Por tanto, la planeación urbana y las autorizaciones de los usos del suelo, deberían estar alineadas a una política de movilidad urbana, en donde el transporte público y el diseño de calles completas con ciclopistas, se vuelvan los ejes para que la seguridad, sostenibilidad, equidad y eficiencia se manifiesten en acciones concretas para los peatones y ciclistas.