Iván Alexander Baas Osorio
En su cuarto día como Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador brindó amablemente unas clases de filosofía y honestidad en su segundo diálogo con periodistas, en torno al tema del incongruente sueldo de funcionarios públicos, algunos de quienes ganan hasta 600 mil pesos en un país en vía de desarrollo como México, con tanta pobreza: el más inmenso y verdadero acto de deshonestidad, ahí su principio de congruencia y austeridad del nuevo titular del Ejecutivo federal.
Recordemos que algunos funcionarios públicos como jueces y magistrados han promovido amparos contra la ley de austeridad. Según nuestra información, son 2 mil 94 los que se han amparado hasta el pasado viernes, pues se inconformaron con la modificación de sus sueldos y quieren seguir teniendo aquel privilegio económico.
Andrés Manuel, por la mañana, realizó una comparación conceptual entre un funcionario y un servidor público; mientras que aquellos son funcionarios con sueldos de hasta 600 mil pesos, un servidor es quien sirve a los ciudadanos, ciervo de la nación (citando a Morelos), principal compromiso por el que una persona decide embarcarse en el oficio de la burocracia.
Entre otras cosas, López Obrador señala también un punto importante de la vida actual del mexicano: las cosas materiales. Señala que el dinero no es la felicidad ni lo material es generador de la felicidad. Subraya que hace feliz estar bien con la conciencia, con el otro, consigo mismo; es algo admirable, respetable, hasta que nuevamente las cifras se vuelven a la mente para recordar que en un país pobre como México el dinero sí importa para adquirir los alimentos básicos y productos de primera necesidad.
Hay que reconocer también, el mismo sistema neoliberal, que como se subraya ha traído corrupción, impunidad y violencia, es el mismo que pone en la cúspide de la pirámide al ser humano mismo, dejando a un lado lo demás; se sitúa al yo mismo (myself) en el centro. Egocentrismo, consumismo, racismo y una infinidad de ismos producto del comercio neoliberal, la industria y el capitalismo.
¿Será que en esas ideas se fundamenten los miedos de los religiosos actores panistas y priístas (oposición, dicen), conservadores y doblemoralistas por demás? Dicen que México se convertirá en Venezuela, que el país bolivariano comenzó así, con acciones emprendidas por un tipo como López Obrador, a quien también ya lo relacionan con Lenin.
Hoy, aquellos que alguna vez fueron hombres privilegiados, pero no por el conocimiento y la conciencia, sino por el sistema económico, ven su derrota y levantan la voz, porque su preocupación se remite a la pérdida de privilegios color plata, superficialidades oropel, forma tremebunda de gobernar para las minorías.
Ahí entonces, después de ello, el cielo nubló trepidante de un color carmín de diciembre. Era 1 de diciembre.