Por Karina Carrión
COZUMEL, 26 de noviembre.- “Nuestro mayor temor era que nos mordiera un tiburón o peor aún, morir antes que el otro compañero, porque de ser así acordamos que uno arrastraría el cuerpo del otro”, fueron algunas de las palabras que se desprendieron de la voz de Luís Fernando y Néstor Erosa, a una semana de haber sido rescatados y salvados de morir después de estar poco más de 30 horas en aguas norteamericanas, luego de que se hundió su embarcación.
La familia Erosa vivió horas de angustias la semana pasada, siendo el día martes (20 de noviembre), cuando a poco más de 30 horas de haberse registrado el hundimiento de la embarcación “El Vaquero Irlandés”, Luis Fernando y Néstor, fueron rescatados del naufragio que habían vivido.
En entrevista exclusiva para Por Esto! Quintana Roo, ambos rescatados narraron parte de las vivencias registradas durante la semana pasada, no sin antes reconocer que nunca perdieron la fe y por ello, habían pedido volver a ver a sus familias, valorando así la oportunidad de vida que hoy les permite compartir la hazaña, por la que pasaron.
Con gestos llenos de agradecimiento, Luis Fernando Erosa, de 55 años de edad, y originario de Cozumel, dijo a este rotativo que había viajado a Miami porque adquirió una embarcación, por lo que esperaba hacer una semana a más tardar para trasladar la embarcación acompañado de su hermano, Pedro Erosa; sin embargo, éste se enfermó y tuvo que retornar a la Isla de Cozumel, por lo que el hijo de éste último, Néstor, emprendió el viaje para realizar el recorrido marítimo con su tío.
Al salir del puerto de Key West, Florida, se registró un inconveniente con una de las bandas de la embarcación, procediéndola a repararla inmediatamente, pero paralelamente comenzó a irse a pique por una ola que los impactó, mientras se encontraba en un trazo de 235 grados Norte y a 110 millas de Key West, cruzando hacia Cuba, recordó.
Néstor Erosa, interrumpió a su tío para referir que habían permanecido un día completo en el mar (lunes 19 de noviembre) y más de seis horas de la mañana siguiente (20 de noviembre), tiempo en el que se aferraron a lo poco que pudieron salvar de la embarcación, pensando si en algún momento podrían ser rescatados, ya que la noche dentro del mar había sido muy difícil, porque solo sentían las mordidas de algunos peces, temiendo en algún momento ser mordidos por tiburones, común en esa zona, dijo.
“Sin embargo, logramos ver destellos de luz y nos pusimos de acuerdo. Mi tío me dijo que teníamos que nadar y pues nadamos lo más que pudimos hasta entrar en el área de tráfico de las embarcaciones donde por fin nos avistaron y nos rescataron. Pero en esas horas inolvidables, pensamos en nuestras familias y lo más difícil fue tener que hablar de la muerte. Mi tío me dijo que si moría alguno de nosotros, el que quedara vivo tenía que seguir nadando y amarrar el cuerpo del otro, incluso, pensando en que el segundo también pudiera morir, pues la idea era que encontraran nuestros cuerpos para la tranquilidad de nuestras familias, pero damos gracias a Dios de que no pasó nada de eso y mi tío nunca me dejó vencerme ni tener pensamientos negativos. Siempre positivos para poder nadar y ser recatados”, dijo Néstor.
En el mismo sentido, Luis Fernando recordó que a las 6 de la mañana del martes de la semana pasada, tomó la decisión que comenzarían a nadar hacia lo que consideró, era tierra firme, nadando entonces casi seis horas sin parar, logrando acercarse a la zona de tráfico donde les rescataron, resaltando que a las cuatro horas de nadar, pensaron que los había visto una primera embarcación, pero no ocurrió el rescate, por lo que decidieron no cesar el nado y se alargaron dos horas más hasta que finalmente los rescataron del viaje que pasó de una semana a más de 22 días fuera de la isla.
Durante esas 30 horas en el mar, los náufragos habían encontrado tres gatorades, así como unas rebanadas de jamón y tres bolsas de chocolate, recordaron, entonces racionaron los alimentos para ingerir medio litro de la bebida hidratante por día, ya que no sabían cuánto tiempo estarían en el mar, comiendo únicamente una rebanada de jamón el primer día, sin ingerir líquidos porque no se sentían deshidratados, y aunque la pérdida económica de la embarcación fue significativa, Luís Erosa no dejó de agradecer a Dios que la vida le haya dado otra oportunidad de ser rescatado con su sobrino Néstor a quien aseguró, llevará eternamente en el recuerdo de la hazaña vivida hace ocho días.